DIARIO DE JEREZ: SOCIO 530

Diario de Jerez, publica el día 29/10/2018, un artículo de A. Cala, en el que recoge la aspiración de familiares, investigadores y de la Orquesta que lleva su nombre, de que con motivo del cincuentenario de su muerte se realice un reconocimiento justo y a la altura que se merece, al maestro Germán Álvarez Beigbeder.

En este sentido es encomiable la labor de muchos músicos y jerezanos, a lo largo de las últimas décadas, en querer engrandecer a Jerez con la música de Don Germán. En la actualidad, la importante labor de investigación del director de orquesta y profesor superior de clarinete, Jaime Merodio, que próximamente presentará una obra sobre el músico jerezano con el Centro de Documentación Musical de Andalucía, o de Magdalena Garrido, presidenta de la Orquesta Álvarez Beigbeder, en el fomento de su música y de la figura de Don Germán, son entre otros, dignos de todo mérito por su labor, sobre todo cuando no ven recompensados sus esfuerzos y propuestas por los poderes públicos.

Dice mi tío José María que su padre “es que no ha tenido mucha suerte”, pero discrepo de su opinión, dicho sea con todo el cariño. Creo que mi abuelo fue una persona con muchísima suerte, porque cumplió en su vida dos de sus mayores sueños, uno el de ser músico y vivir de la música, algo que si hoy en día es difícil, imaginen ustedes en la época que le tocó vivir, y el otro enamorarse y dejarse enamorar por Jerez, algo que superó con creces.

Mi padre, su primogénito, y mi tío Servando me decían que el abuelo no era persona que buscara protagonismo de tipo alguno. Mi abuelo lo que hacía era para su propia satisfacción, en ese diálogo íntimo en lo que lo único que le importaba era su familia y su ciudad, Jerez.

A partir de ahí, el reconocimiento de su música está en las manos de los músicos y de los jerezanos, y lo que es indubitable es que el entendido en música, conoce y valora su obra, por cierto, de forma sobresaliente, y que los jerezanos cultos añoran que su hijo predilecto no tenga un mayor reconocimiento en su propia ciudad, y estoy totalmente convencido, por lo que durante tantos años escuché a mi padre hablarme del abuelo, por las conversaciones con muchísimos directores de banda de máximo prestigio, como el general Francisco Grau o Francisco Javier Gutiérrez y muchísimos más, y por lo que he leído de su vida y de su obra, que este reconocimiento sería para él, el más grato y más que suficiente.

Creo que si mi abuelo hubiera buscado otra suerte, es decir, un mayor protagonismo en el mundo de la música española, porque cualidades le sobraban, no se habría encerrado en la ciudad de sus amores y de su vida, a la que dedicó, a cambio de nada, su música, ni más ni menos.

Si su ciudad no lo reconoce a la altura que su música se merece, es comprensible la indignación de muchos músicos y jerezanos cultos por tal situación, pero no es menos verdad que posiblemente, Don Germán no hizo su música para el disfrute de todos los oídos y que es precisamente esa circunstancia la que nos permite, casi con exclusividad y como un regalo, ser unos privilegiados, aunque al mismo tiempo también seamos unos incomprendidos, sobre todo ante la creciente incultura de nuestra sociedad.

Siempre se puede hacer más, pero lo que se ha hecho y lo que se está haciendo es bueno e importante y lo que verdaderamente es trascendente en este asunto es que sigamos trabajando en el reconocimiento a Germán Álvarez Beigbeder, siguiendo la línea del como él mismo era, es decir, una persona culta, seria, con carácter y personalidad, por eso se le conoce también como Don Germán.

Todo llegará, posiblemente en futuras generaciones, gracias al fruto y la actual siembra, que gracias a todos los beigbederianos no quedará en vano.

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